junio 08, 2007

Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2007 a equipo del IA-UNAM, Ensenada

Por el proyecto denominado HyDRA, que es un sistema de pulido hidrodinámico de alta tecnología que permite pulir distintos materiales con diversas formas y composiciones, acabados finos y excelente calidad óptica, los doctores Luis Salas Casales, Esteban Luna Aguilar, Juan Manuel Núñez Alfonso y el técnico Jorge Valdez Hernández, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, sede Ensenada, recibieron el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2007.


Texto completo en: La Gaceta del CICESE

Premian a científicos de Ensenada

Tijuana, B.C. - Esteban Antolín Luna Aguilar, Luis Salas Cázarez, Juan Manuel Núnez Alfonso y Jorge Enrique Valdez Hernández fueron los cuatro científicos bajacalifornianos ganadores del Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2007.
Avalados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Colegio de la Frontera Norte (Colef) y el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), el cuarteto de estudiosos forman parte de un proyecto de investigación titulado Hydra, del Instituto de Astronomía Observatorio Astronómico Nacional en Ensenada.

Los premios estatales se entregaron en la inauguración del Congreso Estatal de Ciencia y Tecnología en Tijuana, mismo que tendrá lugar hasta el 7 de junio en las instalaciones del Centro Cultural Tijuana y en el que se impartirán conferencias magistrales a científicos y alumnos universitarios.
El gobernador del Estado, Eugenio Elorduy Walther, agregó que este congreso funcionará como foro para analizar las condiciones que caracterizan la actividad científica y tecnológica en el Estado.

“Y será ese esfuerzo el que permitirá reflexionar acerca de las preocupaciones que el futuro plantea a las estructuras sociales, productivas y normativas involucradas en el desarrollo y sistematización del conocimiento; todo esto alrededor de la globalización”, apuntó el mandatario.

Por su parte, Juan Carlos Romero Hicks, presidente del Conacyt, aseguró que el conocimiento que los 415 científicos mexicanos adscritos a la dependencia federal desarrollan cada día, es invaluable en todos los aspectos, pues tiene aplicaciones y repercusiones en la vida diaria para bien de los mexicanos.
“Estamos aquí para apoyar a la autoridad local y celebrar esta interacción importantísima en donde el conocimiento tiene que estar para el bienestar y mejor calidad de vida”, señaló Romero Hicks.

junio 06, 2007

Grandes Telescopios Mexicanos

Por: Mariana Espinosa Aldama

Publicado en QUO México, mayo 2007



A principios de enero regresó a México Carlos Tejada, diseñador óptico del Instituto de Astronomía de la UNAM, luego de una estancia de once meses en España colaborando en el proceso de transporte, ensamblaje y alineación de osiris, el principal instrumento de obtención de imagen y espectroscopía con el que el Gran Telescopio de Canarias (GTC) ―el más grande de los telescopios ópticos e infrarrojos construidos hasta ahora con un espejo primario de 10.4m― verá su primera luz en julio de 2007. En una plática en el Instituto, comentó además de los exitosos avances del proyecto, en especial, sobre la excelente calidad de imagen y eficiencia de OSIRIS y sobre cómo lidió con el estrés ―causado por la espera durante 10 meses a que todos los aparatos y componentes estuvieran listos―, aprendiendo en sus vacaciones, entre otras cosas, a fabricar aceite de oliva. El funcionamiento óptimo de osiris es de particular interés para los mexicanos pues, junto con el concepto científico, el diseño y la construcción de OSIRIS y otros dos instrumentos para el GTC, fue con que el ia-unam inició su colaboración con el megatelescopio, del que ahora México es, además, socio.




El GTC se une así a los tres megaproyectos de telescopios de nueva tecnología con participación mexicana: el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) el más grande de los radiotelescopios milimétricos, con una antena de 50m, ubicado en la Sierra Negra de Puebla, que fue inaugurado en noviembre de 2006 ­―pero que verá su “primera luz” en el 2008―­, los telescopios SPM-Twin y el Telescopio de Treinta Metros pensados para la Sierra de San Pedro Mártir, sede del Observatorio Astronómico Nacional ―ambos aun en búsqueda de financiamiento.

Telescopios de nueva tecnología

Pareciera ser que existe una competencia internacional por construir el telescopio más grande del mundo, pero en realidad la búsqueda reside en contar con una gama de telescopios más poderosos y eficientes que cubran el mayor rango de longitudes onda del espectro electromagnético y que cuenten con la más alta tecnología para captar y analizar la luz. El diámetro del espejo primario es tan solo uno de los varios factores que intervienen en la eficiencia y potencia de los telescopios.
Los telescopios que se sitúan en Tierra están diseñados para observar ya sea la luz visible, el infrarrojo o las ondas de radio, pues son estas las ondas electromagnéticas que logran traspasar la atmósfera terrestre. Las ondas más energéticas como los rayos ultravioleta, los rayos-x y los rayos gamma sólo se observan con telescopios satelitales o en globos, aunque también se han colocado en órbita observatorios para el visible como el Hubble; para el infrarrojo, como el Spitzer; y radiotelescopios como el WMAP. Sin embargo, la atmósfera deteriora inevitablemente la calidad de la luz que llega a la superficie terrestre, por ello se buscan condiciones atmosféricas ideales para que el deterioro sea mínimo, en especial si se van a invertir cientos de millones de dólares.
Son contados los lugares en el mundo que gozan de las características atmosféricas apropiadas para la observación astronómica, entre ellos: Hawai, el sur del desierto de Atacama, en Chile; las islas Canarias españolas al noroeste de África; y la sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, todos localizados en sitios a gran altura, en zonas con poca humedad y vientos poco turbulentos ―laminares les llaman, pues corren libremente estrato sobre estrato. Cuando los vientos se arremolinan provocan distorsiones en la luz proveniente de las estrellas, análogamente a los objetos que observamos en el fondo de una alberca que parecen cambiar de forma, color y lugar según se mueva el agua.
Por otro lado, los cambios de temperatura durante el día y la noche, en el interior y el exterior de la cúpula provocan alteraciones tanto en las monturas metálicas como en los espejos o lentes. Con el calor los soportes metálicos se dilatan más que el vidrio, corriendo el riesgo de separarse de su montura e incluso, caerse. Además, como sucede en los viejos observatorios sin un buen control de ventilación, el calor del interior del edificio se eleva en corrientes térmicas ascendentes sobre el campo de visión del telescopio; por ello las cúpulas modernas cuentan con grandes ventanas que permiten que el viento corra libremente a través del edificio.
Los sitios de observación deben encontrarse, además, libres de la contaminación lumínica de los desarrollos urbanos. Por todo esto es que la calidad del sitio de observación afecta directamente el tiempo de exposición a la luz estelar, pues un cambio de clima puede disminuir la calidad e incluso interrumpir una observación ―las horas-telescopio del gtc están estimadas en 5000 euros, por ejemplo.


Óptica viva
Como embudo que captura las gotas de agua de la lluvia, los espejos primarios recolectan más fotones mientras más grandes son, pero al mismo tiempo el peso del espejo y su soporte aumenta significativamente, volviendo casi imposible maniobrar el telescopio. Por otro lado, la acción de la gravedad deforma los espejos. En 1976, Rusia construyó un telescopio con un espejo de 6m de diámetro que pesaba 42 toneladas, además de un sistema de soporte de 850 toneladas. Aumentar más el tamaño del espejo hacía imposible crear un soporte con la precisión suficiente para seguir el movimiento de las estrellas, que requiere de precisión micrométrica. Por ello fue indispensable diseñar espejos ligeros, más delgados y/o huecos, con monturas de materiales livianos. Algunos, como el Telescopio de Nueva Tecnología (NTT), construido en 1989 en el Observatorio de la Silla, al sur del desierto de Atacama en Chile, utilizaron espejos de meniscos (el del NTT tiene 3.5m de diámetro y pesa 116 toneladas con todo y soporte). Los espejos de menisco (vidrios relativamente delgados con la misma curvatura en ambos lados) se deforman fácilmente, así que requieren de soportes activos que reajustan constantemente su forma y que han resultado muy funcionales. Otros, como los espejos de 10m de los telescopios gemelos Keck, en el volcán extinto Mauna Kea, en Hawai (con un peso total de 180 toneladas), utilizan espejos segmentados. Los espejos segmentados del gtc tienen forma hexagonal y están acomodados a manera de panal en una configuración que mide 10.4m de diámetro; además, pueden ser reorientados y deformados de manera independiente para que estén siempre correctamente alineados. Eventualmente el GTC pondrá en marcha un sistema de óptica adaptativa capaz de analizar las aberraciones que produce la atmósfera en los frentes de onda de la luz estelar, comparándola con la luz de una estrella artificial simulada en las capas altas de la atmósfera con un potente rayo láser. Tras hacer los cálculos de las aberraciones, el sistema modificará en tiempo real espejos, muy sutilmente (en el orden de cienmillonésimas de metro o nanómetros) pero con la forma inversa a la aberración, de tal suerte que las imágenes serán tan definidas como si no existiera la atmósfera. El sistema de óptica adaptativa logrará imágenes equivalentes a las que se obtendrían con un espejo primario de 10m en el espacio (el Hubble tiene un espejo de 2.5m).

La tecnología del infrarrojo
La constelación de Orión, con sus “Tres Reyes Magos” al centro formando el cinturón del cazador, su estrella azul Rigel y su estrella roja Betelgeuse, es probablemente la más famosa del invierno, tal vez porque todavía se le alcanza a ver en las ciudades, incluso en la de México. Lo que no vemos, sin embargo, es su hermosa nebulosa centrada en la daga muy cerca del cinturón, que incluyendo la nube molecular es casi tan grande como la misma constelación. Algunas regiones de la gran nube de polvo interestelar se encuentra a bajas temperaturas (-200 ºC); otras, cercanas a las estrellas, alcanzan los 10,000 ºC. Las partes más frías de regiones de formación estelar, de nebulosas planetarias, de muchos chorros de gases, así como las enanas cafés y los planetas, casi no emiten luz en el visible, pero sí irradian calor, es decir radiación electromagnética con longitudes de onda entre los 0.001mm y 1mm, y para observarlos se utilizan técnicas de contraste.
Si pudiéramos ver en el infrarrojo, el cielo nocturno no sería tan oscuro pues la atmósfera irradia cierto calor. Veríamos pasar las corrientes de aire caliente en contraste con las de aire frío. Para que los instrumentos detecten la radiación infrarroja de una estrella, por ejemplo, miden la radiación de la atmósfera en un fragmento del cielo y la comparan inmediatamente después con la de la estrella, enseguida vuelven a medir el cielo sin la estrella, y de nuevo con la estrella… sin estrella, con estrella…, para sustraer el cambiante brillo de la atmósfera varias veces por minuto. Esto significa tener que redireccionar el telescopio constantemente, pero mover tan rápido las toneladas del gtc es ineficiente por no decir imposible; por ello se diseñó un espejo secundario movible súper ligero que concentra y redirecciona la luz reflejada por el espejo primario hacia el espejo terciario.
El espejo secundario del GTC fue fabricado de berilio con un recubrimiento de níquel. El berilio es un material mucho más rígido y ligero que el vidrio, pero extremadamente tóxico (y potencialmente explosivo). No existía en el mundo empresa alguna capaz de fabricar grandes espejos de polvo de berilio, así que fue necesario desarrollar nueva tecnología en este sentido. La empresa estadounidense Brushwellman es ahora la única en el mundo que produce e integra berilio, y necesitó de cuatro intentos para sintetizar el bloque, utilizando una técnica llamada de presión isostática en caliente, que consiste en aplicar altas temperaturas y altas presiones a un contenedor lleno de polvo de berilio. El resultado fue un espejo de 1.2m de diámetro y tan solo 38kg (para poder oscilar rápidamente) útil tanto para longitudes de onda infrarrojas como en el visible. Otros telescopios optan por tener dos espejos secundarios: uno para el visible y otro para el infrarrojo, pero cambiar uno por otro puede llevar más de un día de trabajo.

La industria astronómica
Los instrumentos, técnicas y materiales que requiere la astronomía y la industria espacial no se compran en el supermercado; es por ello que las innovaciones tecnológicas que se requieren fomentan nuevas técnicas y desarrollos que posteriormente encuentran aplicaciones en la industria comercial. Un ejemplo ilustrativo es el de los dispositivos de transferencia de carga o ccds, originalmente optimizados por la astronomía para sustituir las placas fotográficas que tardaban horas y a veces días en reaccionar fotoquímicamente a la tenue luz de las distantes estrellas y nebulosas. Los dos ccds de osiris suman 16.4 megapixeles pero con una eficiencia pico del 80% (el de las cámaras fotográficas convencionales es significativamente menor), produce un mínimo de ruido para detectar prácticamente fotón por fotón y tienen un valor estimado de $200,000 usd.
Por su parte, el costo de diseño, construcción y manejo de los megatelescopios se ha escalado con su competitividad. El GTC tenía un presupuesto inicial de unos 120 millones de euros, el Gran Telescopio Milimétrico de 100 millones de dólares, el proyecto SPM-Twin que consiste en dos telescopios de 6.5m de diámetro, uno de gran campo y el otro para infrarrojo, implica una inversión de 150 millones de dólares, y el Telescopio de Treinta Metros (que podría ser instalado en San Pedro Mártir) requiere cerca de mil millones de dólares. Por supuesto no hay institución en el mundo que por si sola pueda reunir estas sumas astronómicas, por ello los proyectos se realizan a través de grandes consorcios internacionales, donde los distintos miembros hacen aportaciones diversas como el desarrollo del sitio y sus instalaciones, los instrumentos, los espejos, los costos de desarrollo y operación, etc. Todos estos costos terminan en inversiones industriales, científicas y educativas de los miembros.

OSIRIS, FRIDA y la Cámara de Verificación
El Instituto de Astronomía de la unam, el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE) y el conacyt se integraron al proyecto del GTC con una participación del 5%, además del diseño y construcción de instrumentos de vanguardia: osiris, Frida y la Cámara de Verificación. En contrapartida, los astrónomos mexicanos obtendrán al menos el 5% del tiempo de observación. Además se tiene contemplado el intercambio de tiempo de observación entre el gtc y el gtm, y en el futuro el SPM-Twin.
La Cámara de Verificación es uno de los instrumentos que pondrán a punto los 36 espejos del GTC, revisando su correcto alineamiento y curvatura para evitar el mínimo de aberraciones. Osiris es el acrónimo en inglés del sistema óptico para imagen y espectroscopia integrada de resolución baja/intermedia (Optical System for Imaging and low-Intermediate-Resolution Integrated Spectroscopy) y representa el estado del arte en instrumentación óptica astronómica. Osiris permitirá estudiar hasta 1700 objetos a la vez, analizar la atmósfera de planetas, visualizar objetos compactos como el entorno de agujeros negros, observar supernovas muy lejanas y estudiar la formación, evolución y composición de galaxias y cúmulos de galaxias entre otras mil maravillas. FRIDA (InFRared Imager and Dissector for the Adaptive Optics System) se encuentra aún en proceso de diseño, pero permitirá estudiar varias longitudes de onda de un objeto simultáneamente, aprovechando al máximo el sistema de óptica adaptativa del GTC.





Cámara de verificación





OSIRIS

junio 01, 2007

Un cielo sin estrellas

Por: Mariana Espinosa Aldama
Publicado en QUO México, Editorial Expansión, abril 2007

El hombre del siglo XXI le tiene miedo a la oscuridad, y en su obsesión por iluminarlo todo ha perdido un gran patrimonio de la humanidad: el cielo estrellado.




Dicen que hay más estrellas en el universo que granos de arena en la Tierra. En realidad nadie las ha contado -tampoco los granos de arena-, pues son tantas que sería imposible; pero se calcula que tan sólo en la Vía Láctea hay más de 200 mil millones de ellas y que existen varios miles de millones de galaxias, muchas, más masivas que la nuestra. Un grupo de astrónomos dirigidos por el Dr. Simon Driver de la Universidad Nacional Australiana presentó en la asamblea general de la Unión Astronómica Internacional que se llevó a cabo en Sydney en el 2003, una estimación hecha con una muestra de un pedacito de cielo en el que encontraron 10 millones de galaxias, y llegaron a la conclusión de que en el cielo se pueden observar unas 70 mil billones de billones de estrellas! esto es un siete seguido de 22 ceros: 70,000,000,000,000,000,000,000.
Seguramente hay muchísimas más estrellas, pero están tan lejos que su luz no ha llegado hasta nosotros o es tan débil que la tecnología actual no ha logrado detectarla. Prácticamente todas esas estrellas han sido detectadas por instrumentos, pues a simple vista sólo vemos unas tres mil, un número poco comparable con la cantidad de granos de arena en el mar. Bueno, tres mil en una noche despejada, sin Luna, y lo más lejos de las ciudades. Aún así, en los últimos tiempos vemos menos estrellas a simple vista que antes; esto es evidente en las grandes ciudades, donde el resplandor de las luces ilumina las nubes, los gases contaminantes y hasta el aire, opacando la tenue luz de las estrellas; pero no lo es tanto en aquellos lugares solitarios, en el campo, en el desierto o en las montañas donde creemos estar ajenos a la influencia de la civilización, donde uno espera que el mar de estrellas se revele majestuosamente ante nuestros ojos. Esto ya casi no sucede.



La oscuridad nocturna
Los satélites meteorológicos del Programa de defensa de la fuerza aérea estadounidense (DMSP) han fotografiado la Tierra de noche desde los años setenta. Las imágenes muestran la distribución geográfica de las fuentes luminosas; Europa y Norteamérica se ven saturados de iluminación artificial mientras que África, Asia, Australia, Sudamérica y los polos poseen amplias zonas con cielos oscuros. La oscuridad del cielo es indispensable para ver las estrellas, y en todo el mundo se está perdiendo. El cielo nocturno en gran parte de nuestro planeta ya no es oscuro, es rojo, anaranjado, amarillo y en el horizonte siempre se ve el resplandor de las luces artificiales, de la civilización. Esta contaminación lumínica está afectando enormemente la astronomía observacional, tanto profesional como amateur.
Para mirar un cielo completamente estrellado se necesitan condiciones muy especiales como bajos niveles de humedad ―sin una brisa salada y húmeda―, viento que no se arremoline ―pues esto hace tintilar a las estrellas―, un cielo limpio: sin nubes, ni polvo, ni gases contaminantes ―es más, si no hubiera aire sería mejor―, y un cielo oscuro. Al paso de los años muchos observatorios han perdido sus cielos oscuros y se han vuelto obsoletos. Así sucedió con el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) -ubicado originalmente en 1878 en el Castillo de Chapultepec a 6km de la entonces Ciudad de México-, por lo que en 1883 debió ser trasladado a la Villa de Tacubaya y luego a Tonanzintla en 1951. La vecina ciudad de Puebla no tardó en contaminar el aire y los cielos oscuros de Tonanzintla por lo que el OAN se vio en la necesidad de buscar otro sitio. Esta vez, con la ayuda de estudios satelitales y meteorológicos en todo el territorio nacional, en 1966 se encontró un sitio en la cima de la Sierra de San Pedro Mártir, a 240km al sur de la ciudad de Ensenada, que cumple con condiciones excepcionales para la observación: se encuentra a una altura de 2,870m sobre el nivel del mar, alejado de centros urbanos, dentro de la reserva de la sierra, ambos resguardados por el Instituto de Astronomía de la UNAM y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Posee el mayor número de noches al año despejadas de todos los observatorios del hemisferio norte y una muy baja turbulencia atmosférica, lo que se refleja en imágenes de alta resolución con una extraordinaria calidad.
Junto con Chile, Hawai, y la costa occidental de África, San Pedro Mártir es considerado uno de los cuatro mejores sitios para observar el cielo que quedan en el mundo. Son las cuatro ventanas al universo que compiten por albergar los nuevos telescopios de alta tecnología que se pretenden construir en los próximos años, como el telescopio de 30 metros y los telescopios SPM Twin de 6.5m de diámetro. Estos telescopios tendrán un costo muy elevado, desde 150 millones de dólares hasta los mil millones de dólares, por lo que su construcción sólo es posible mediante la colaboración internacional y multi-institucional. Sin embargo, los grandes consorcios que pretenden invertir en la ciencia buscan garantías de que por lo menos en los siguientes 30 años las condiciones favorables de observación se conservarán y que los cielos oscuros estarán protegidos.

Contaminación lumínica
La contaminación lumínica no es sólo un problema para la astronomía, también lo es para la ecología, la economía, la psicología y la cultura. El despilfarro inconsciente de energía eléctrica se ha traducido en trastornos de muchos animales nocturnos como tortugas, aves e insectos; en desequilibrios de ecosistemas, en mala polinización de flores nocturnas y en alteraciones en los hábitos migratorios y reproductivos de muchas especies. Mucha gente también es afectada por luz artificial no deseada, invasiva, como la luz que ilumina un espectacular y que se cuela por la ventana de una recámara durante toda la noche. La luz artificial que comúnmente invade áreas que no requieren iluminación, la sobre iluminación, la luz que deslumbra o que resplandece y la iluminación poco efectiva (en ocasiones dirigida hacia arriba) está considerada como contaminante. Entre el 50 y el 90% de la luz utilizada en edificios públicos es innecesaria. Es usual encontrar zonas sobre iluminadas como estacionamientos o parques deportivos desocupados, luminarias mal dirigidas y de color desagradable. Desde los años ochenta se ha intentado hacer conciencia respecto a este problema, y varios grupos a nivel mundial han iniciado acciones para reducir la contaminación por luz innecesaria como la Asociación Internacional del Cielo Oscuro. En México, el Instituto de Astronomía de la UNAM ha apoyado la creación de un reglamento, conocido como “Ley del Cielo”, que fue aprobada en el Estado de Baja California y que pretende proteger el cielo de Ensenada y San Pedro Mártir.


foto: cortesía de Dr. Richard Wainscoat.

La ley del cielo
Con el fin de proteger el excepcional cielo oscuro de San Pedro Mártir, el Ayuntamiento Constitucional de Ensenada aprobó el 29 de septiembre de 2006 el reglamento para la prevención de la contaminación lumínica en el Municipio de Ensenada, que entre otras cosas, regulará los alumbrados de exteriores, los cuales deberán evitar la emisión de luz por encima del horizonte y habrán de utilizar lámparas que produzcan la mínima perturbación de las observaciones astronómicas como las lámparas de sodio. También vigilará que el alumbrado ornamental de edificios públicos, monumentos y jardines permanezca apagado después de las doce de la noche y que esté dirigido de arriba hacia abajo. El de los anuncios espectaculares deberá permanecer apagado a partir de las 11:00 p.m. y quedará prohibido el uso de fuentes láser, faros buscadores y cualquier otra luz similar de alta intensidad para publicidad o entretenimiento. Este reglamento es un gran salto hacia la conservación de este patrimonio de la humanidad. Este tipo de leyes han sido aplicadas ya en las cercanías de otros observatorios como los del Estado de Arizona y el del Observatorio de Roque de los Muchachos en La Palma, Islas Canarias, lo que ha fomentado la construcción de telescopios de alta tecnología como el Gran Telescopio de Canarias, de 10.4m de diámetro que espera recibir su primera luz en los próximos meses.
Sin embargo, la reglamentación no sirve de nada si los ciudadanos no toman conciencia del problema y colaboran para evitar que la oscuridad del cielo se pierda. Éste no es sólo un problema de los astrónomos, es una pérdida cultural, pues ¿qué sería de la vida, el amor y la poesía si dejáramos de ver las estrellas? José Alberto Villalobos, miembro de la Asociación Internacional por un Cielo Oscuro, considera que en dos generaciones poca gente tendrá una visión real del cielo profundamente estrellado.


Estrellita, estrellita ¿dónde estás?
A diferencia de otros trastornos ecológicos y culturales, la pérdida del cielo estrellado es reversible, pues las estrellas no están siendo afectadas directamente; simplemente nos estamos privando del gusto de verlas, de inspirarnos con ellas, de soñar y de conocer el Universo de una manera directa y no a través de fotografías. En el momento en que todos apaguemos las luces, la Vía Láctea, la luz zodiacal, Júpiter y Saturno, la galaxia de Andrómeda, la nebulosa de Orión, y las dos mil estrellas visibles brillarán nuevamente en todo su esplendor. Así ha sucedido durante los grandes apagones de Europa, de Nueva York, o el sucedido en mayo de 2006 en la península de Yucatán. En muchos pueblos de Estados Unidos y Europa se celebra el día de la astronomía (abril 21/2007) apagando las luces e invitando a sus habitantes a observar el cielo desde lugares públicos como centros comerciales. Existe la propuesta de que ese día en el 2009, el año internacional de la astronomía, el mundo entero apague sus luces por unas horas y salga a disfrutar del espectáculo celestial. Que esto realmente suceda a nivel mundial es inverosímil, sin embargo organizar comunidades pequeñas no lo es tanto, como tampoco lo es promover el ahorro de energía a nivel individual, público y estatal. Es preciso optimizar el uso de la energía, eléctrica utilizando luminarias eficientes, de bajo consumo, con sensores de movimiento, etc. Hacer efectiva la Ley del cielo, y promover su aprobación en el resto del país y sobre todo, cada vez que se pueda, apagar las luces innecesarias.